En junio de 1940, Stalin instauró una ley que castigaba como ofensa criminal cualquier ausencia no justificada de más de 20 minutos en el trabajo, o incluso el haraganeo por ese lapso de tiempo. Se castigaba con hasta seis meses de trabajos forzados y un descuento de 25% en el salario.
Entre 1940 y 1955, 36 millones de personas, un tercio de la población adulta, fue castigada. De éstos, 15 millones fueron enviados a prisión y 25.000 fueron fusilados.
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