martes, 24 de junio de 2014

Segunda Guerra Mundial (1939-1945)

El 23 de agosto de 1939, la Unión Soviética y la Alemania nazi firmaron en Moscú un pacto de no agresión, en el que además, en un protocolo adicional secreto, se dividía a Europa oriental y central en esferas de influencia soviética y alemana, estableciendo también directrices para la partición de Polonia entre ambos Estados. También en ese protocolo se concedió a Stalin carta blanca para intervenir en Finlandia y en los países bálticos.
Una vez iniciada la Segunda Guerra Mundial, sin embargo, y considerando Hitler que la caída de Inglaterra era inminente, ordenó atacar a la Unión Soviética, haciendo del pacto letra muerta. El 18 de diciembre de 1940, el mando alemán decidió que la invasión a la URSS (operación Barbarroja) se realizaría en abril de 1941, pero solo se pudo concretar el 22 de junio de ese año, cuando se inició el ataque a territorio soviético con más de 3.000.000 de soldados alemanes. La invasión tomó por completa sorpresa a Stalin a pesar de que tenía suficientes antecedentes a través de su espía Richard Sorge de que esta era inminente.
Stalin se encerró en el Kremlin en una aparente depresión y falta de liderazgo y solo reaccionó 10 días más tarde, para retomar el control con mano firme.
Stalin, desesperado por la invasión germánica, decidió suspender la campaña ateizante y permitir el resurgimiento de la Iglesia Ortodoxa Rusa, para que el pueblo soviético creyente se uniera a la lucha, "olvidando" por un tiempo el obligado ateísmo del PCUS. Increíblemente y en forma insospechada para los alemanes, el pueblo ruso se unió en pos de su figura.

Firma del Pacto Ribbentrop-Mólotov. Viacheslav Mólotov está a punto de firmar. Ribbentrop está detrás de él, con los ojos cerrados y con Stalin a su izquierda.
El Ejército Rojo, muy debilitado por las purgas de fines de los 30, se encontraba virtualmente sin mando competente, por lo que las fuerzas alemanas avanzaron rápidamente por las llanuras occidentales de la URSS. Hitler predecía que la guerra con el gigante ruso duraría a lo más 6 meses y que el pueblo ruso mismo eliminaría a Stalin. Stalin se hizo nombrar Presidente del Consejo de Comisarios del Pueblo con lo que en la práctica se convirtió oficialmente en el Jefe del Estado. Las medidas iniciales de Stalin por contener la invasión alemana fueron ineficaces y no pudieron detener el avance de las fuerzas blindadas de Hitler que penetraban profundamente en territorio soviético. Si bien en un comienzo Stalin se mostró dubitativo e irresoluto por el súbito y contundente ataque de los alemanes, pronto empezó a tomar el control de la situación y se autonombró Supremo Comandante en Jefe del Ejército Rojo. A diferencia de Hitler, Stalin dio cierta autonomía a sus generales en la toma de decisiones e hizo traer desde la frontera a algunos de sus mejores generales, como Zhúkov y Vatutin, permitiendo además el envío desde los frentes orientales de miles de tropas siberianas entrenadas ya en el combate con los japoneses.

Los tres líderes aliados: Stalin, Franklin D. Roosevelt y Winston Churchill reunidos en la Conferencia de Teherán.
Durante la Batalla de Smolensk, su hijo Yákov Dzhugashvili fue capturado: Stalin supo de esta situación pero permaneció indiferente a la suerte corrida por su hijo. Yákov permaneció anónimo en el campo de concentración de Sachsenhausen hasta que fue delatado. Se lo intentó adoctrinar para la propaganda alemana pero no cambió de bando. Entonces se decidió su canje por el mariscal Friedrich Paulus, pero Stalin se negó. Yákov moriría en extrañas circunstancias el 15 de abril de 1943 en el mismo campo. Stalin jamás demostró públicamente algún tipo de consideración por la suerte corrida por Yákov.
Se mantuvo en Moscú en el invierno de 1941, cuando los alemanes amenazaban la ciudad (42 km), y organizó allí un contraataque soviético. Al año siguiente, 1942, tuvo éxito al mantener la estratégica ciudad de Stalingrado, última defensa de la zona petrolera del Cáucaso, pese a la enorme cantidad de bajas entre sus hombres (Stalin, a través de sus comisarios políticos, ordenó disparar contra sus propios soldados si estos se retiraban de un combate al considerarlos desertores) y posteriormente (1943) también derrotó al ejército alemán en la batalla de Kursk con lo que todo el curso de las acciones militares tuvo un cambio, siendo ahora los soviéticos los que obligaban a retirarse a los alemanes. Así, en mayo de 1945, las fuerzas de Stalin fueron las primeras en entrar a Berlín, forzando el suicidio de Hitler y la capitulación alemana.

Winston Churchill, Franklin D. Roosevelt y Iósif Stalin en Yalta, febrero de 1945
En su papel de comandante en jefe, Stalin procuraba siempre mantener un control personal pero flexible en el mando, sobre todo el frente de batalla, las reservas militares y la economía de guerra. Esta actitud no se mostró eficaz, ya que dejaba en un solo hombre todas las decisiones, pero luego Stalin fue aprendiendo de sus errores y empezó a delegar decisiones militares al contrario de su rival, Hitler, quien monopolizó el mando.
Como Jefe de Estado, Stalin participó en varios encuentros con los líderes aliados, como el llamado de "los tres grandes", con Winston Churchill y Franklin D. Roosevelt en Yalta y en Potsdam (ambas en 1945), en las que logró el reconocimiento internacional de una esfera de influencia soviética en la Europa del Este y mostrándose como un formidable negociador según el propio secretario del exterior británico, Sir Anthony Eden. Asimismo, el 4 de septiembre de 1943, se reunió con 3 metropolitas de la Iglesia para restablecer el Santo Sínodo y convocar al Concilio Episcopal para elegir como Patriarca de Moscú a uno de los tres anteriores (Serguéi) 5 días después, por primera vez en 17 años.
Un hecho de este período que refleja su «culto a la personalidad» es que se autoconcedió el honor de Héroe de la Unión Soviética, a pesar que este solo lo recibían los soldados en combate. Se sentía amenazado por la popularidad de Zhúkov, al que acusó de usar ese triunfo a su favor y lo terminó degradando.

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